sábado, 24 de octubre de 2015

Poder y contrapoder: El Motín de Esquilache

"El Poder no es un medio, sino un fin en sí mismo" 
George Orwell (Escritor británico)

En esta nueva entrada del blog, quiero hacer referencia a la relación de poder/ contrapoder basándome en el texto de Manuel Castells "Los Medios y la Política" así como en la conferencia del Dr. José Luis Villacañas en la Universidad de Cádiz tratando el "Motín de Esquilache". Este acontecimiento tuvo lugar en Madrid durante el mes de marzo de 1766, y se trató de una enorme movilización popular llevada a cabo tras el destierro del marqués de Esquilache.
El Motín de Esquilache, Francisco de Goya. Fuente: WikiArt
Tal revuelta supuso un claro ejemplo de la confrontación entre el poder que por entonces se encontraba en manos del rey, Carlos III, su entorno y la Iglesia con respecto al resto de un vasto país que sufría en el dieciocho un lamentable estado de carestía del que hacían culpable a dicho marqués.

Aunque existen diferentes teorías que explican el surgimiento de este motín, la más aceptada desde el propio suceso es la de que las masas se alzaron por la subida de los precios de alimentos de primera necesidad, lo que condujo al pueblo a una grave crisis de subsistencia entre las capas más humildes y trabajadoras de la sociedad. Según esta teoría el acontecimiento continuaría con los ya conocidos motines de subsistencia que se llevaban a cabo por razones semejantes durante el Antiguo Régimen.


Otros investigadores del suceso explican en sus teorías el manejo y la influencia que ejercían sobre los amotinados la nobleza y la Iglesia. El primero y más poderoso de estos estamentos privilegiados, poseedor de un natural carácter conservador, se trata de la nobleza contraria a los cambios en el régimen del gobierno y fuente principal del discurso con el que pretendían moldear a la plebe a su antojo para salir airosos de la insurrección.

Marqués de Esquilache, Giuseppe Bonito. Fuente: Wikipedia 
El otro poder fundamental de la sociedad de la época lo encontramos en manos de una Iglesia que durante esta etapa perdía prestigio en la valoración que los ciudadanos hacían de ella. Por miedo a las represalias, limita en la mayoría de los casos su papel en la revuelta al de apoyo a las actuaciones y decisiones llevadas a cabo por la corona.

Las teorías que defienden la manipulación del discurso aprovechando el poder que poseían estas élites hablan de como con esta revuelta surge el concepto hasta ahora inédito en el lenguaje de la "nación" como patria. Esto se explica debido a que  los que dirigían el proceso que desencadenó este motín se hicieron llamar "defensores de la patria", calificación cuya fama trascendió a la historia. La realidad del suceso es que una gran parte de la flor y nata de la sociedad pudo ser fundamental en la fomentación y dirección del alzamiento. 


Este proceso se trataría de una conjura en contra de las transformaciones sociales y gubernamentales que pretendían llevarse a cabo.


La doble cara de un conjunto de la autoridad, obsesionado a cualquier precio el mantenimiento de su estatus no solo se dio en esta sublevación sino que continúa muy presente durante todos los períodos de la historia en la relación, en la actualidad sumamente mediatizada, de la clase política o diligente con el pueblo. En palabras del Dr. Villacañas, "el contrapoder es una variable del propio poder", y como ya sabemos, quien obtiene la confianza de este contrapoder tiene el mando en sus manos.


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